11/08/2007

Lección 1, página 1, y ya tengo preguntas.

Esto de la economía a se ve que se me escapa. Y no piensen ustedes que lo digo porque no conozca los mecanismos por los cuales se regula el mercado de valores o no tenga ni idea de por qué el índice Nikkei es una de las preocupaciones que todo ciudadano de bien debería tener cuando se levanta los domingos por la mañana, que ni conozco los unos ni tengo la otra, sino porque no entiendo las más básicas de las leyes que se supone yacen en el fondo de todas las cuestiones que afectan a la forma en que se nos dice que debemos los humanos administrar nuestras haciendas.

Tómese, por ejemplo, la que suele ser primera página de la primera lección de muchos intentos por hacerme entender algo, la cual está dedicada a unas cosas a las que llaman, según creo, curva de oferta y curva de demanda. Dícesenos con gran regocijo matematiquero que una función, que define el precio de un producto cualquiera según la cantidad en la que éste cambie de manos, existe y es creciente en el caso de la oferta; decreciente en el otro caso, el de la demanda. Así pues, el precio de las cosas, qué bonito, viene perfectamente definido por la intersección de ambas curvas.

¿Cuántas horas han pasado tant@s aventajad@s alumn@s de esta primera lección, durante sus días de enternecedor optimismo geométrico, deleitándose en el cálculo del precio de imaginarios y diversos productos a partir de lineales relaciones cantidad-precio para oferta y demanda de éstos? No, amiguitos, no es eso lo que se hace para ponerle el precio a los iPedos en el MedioMasked. ¿Cuán aburrido sería el mundo si, en lugar de practicar la lucha libre en corbata, los tiburones de las finanzas consultasen, en sentido figurado, al gran Descartes para averiguar el punto de corte de sus mágicas rectas? No es así, no. Afortunadamente, las funciones que se mencionan son más complicadas y muy difícilmente definibles con precisión; refiéranse ustedes a publicaciones de expertos en la materia para profundizar en este apasionante tema.

Voy a dejar ya de aburrir a mis pacientes lectores/as con tecnicismos sobre las bases de teorías econonómicas, para empezar a torturarles con mis propias reflexiones. Una que últimamente me intriga en especial es la siguiente: ¿por qué ha de ser la curva de oferta creciente y menguante la de demanda? No empiecen a explicármelo todavía, permítaseme primero exponer algunos casos hipotéticos.

Año 1994. Un vendedor de cromos de fútbol tiene 50 cromos de Juelen Garrero - L@s que tenemos entre 20 y 30 años de edad tenemos alguna posibilidad de recordar que el cromo de Juelen Garrero era casi imposible de encontrar, había muy pocos. L@s demás, hagan el favor de intentar imaginarse la situación con el coleccionable que más les inspire -. Pongamos que 1000 personas quieren uno de los cromos que nuestro héroe tiene en sus manos, que desean uno con fervor. Como eBuy no está todavía a su alcance, este señor decide usar el viejo método y sube el precio de sus cromos de forma intuitiva, sondeando a sus clientes e intentando obtener el mayor beneficio posible de sus ventas. Todos los cromos de Juelen que vende acaban en manos de personas con recursos económicos, que pueden permitirse los altos precios, ridículos para una simple foto (incluso aunque ésta sea de La Perla), que la competencia entre los demandantes y el ánimo de lucro del protagonista les hacen pagar. Las leyes del mercado han dejado a los críos de doce años sin acabar la colección del Mundial de los Esclavos Unidos.

Intuyo que no se les ha roto a la mayoría de ustedes el corazón al imaginar (o en algún caso recordar) la situación arriba planteada. Mis más básicas fantasías sobre la dignidad humana me llevan a pensar, sin embargo, que el resultado sería muy diferente si en lugar de cromos se hablase de pan - en una situación en la que no cupiese aplicar, al igual que en el caso original, ninguna astuta estrategia parecida a la sugerida por María Antonieta -. Confío en que la opinión generalizada apuntaría a que algo parecido al racionamiento sería procedente en lugar de nuestra en cualquier otro caso amada ley de la oferta y la demanda.

Dos extemos de una misma línea han sido pues dibujados, según creo. Igualmente, los dos extremos de otra línea perpendicular pueden aparecer fácilmente cuando son los ofertantes los que compiten por una demanda proporcionalmente escasa. El abaratamiento de equipos electrónicos cuando la competencia aumenta podría ponerse como ejemplo homólogo al caso de los cromos, mientras que sugiero la explotación Steinbeckiana de los trabajadores como paradigma del otro extremo.

Como l@s fervientes admiradores/as de la geometría analítica y otras disciplinas sabrán seguramente refinar, las dos líneas que he sugerido definen un plano. La discusión de ese plano y de la vigencia de las leyes de la oferta y la demanda en diferentes regiones del mismo es algo que me apasiona y a la vez me supera, de forma que cualquier aportación de l@s lectores/as será extremadamente bienvenida y reconocida.

Muchas gracias.

1 comment:

Iker said...

Este señor es Premio Nobel de economía, y miren ustedes lo que dice http://www.grameen-info.org/bank/socialbusinessentrepreneurs.htm