14/08/2007

El estado de bienestar, ese enemigo del progreso.

Los hombres sabios han hablado y nos han revelado la causa de todos nuestros males. La falta de competitividad – esa cosa tan importante para una economía moderna – se debe a nuestro estado de bienestar – esa cosa tan innecesaria que obliga a los más capaces y abnegados a tirar de los incompetentes y los vagos –.

Desgraciadamente, l@s ignorantes somos testarud@s. No nos convencen tan fácilmente. Nos gustan los ejemplos rebuscados y los utilizamos contra los sabios, esos señores sesudos que no se pueden preocupar de las menudencias, que piensan en las masas de población (aunque a veces se equivocan con la población de masas, de dinero), en la gente normal. Tenemos en este caso algunas ideas también. La más inmediata es la del señor peón de los altos hornos – aquellos de ustedes que no supiesen que los altos hornos están de capa caída y que los que cantan hoy en día son los hornos de arco, ya lo saben – que vio desaparecer su puesto de trabajo cuando tenía cuarenta y cinco años. Cualquiera que conozca el mercado laboral les dirá que un caballero de esa edad, peón desde los diez y seis, sin uno de esos utilísimos ciclos medios, con dos hijas y una amante esposa con cáncer de mama, no es precisamente el protagonista de los sueños húmedos de ningún jefe de recursos humanos. De hecho, resultaría fácil imaginar a nuestro amigo en serios apuros si no fuera porque el finiquito ha sido decente y el paro le da para ir tirando. Hagámoslo.

El señor Parado vive en una economía dinámica. La contratación y des-contratación de mano de obra es algo que no presenta obstáculos al desarrollo de los negocios. Las empresas, verdaderos motores de la sociedad, no tienen problema alguno para adaptarse a las demandas, cada vez más cambiantes y exigentes, de un mercado global donde la competencia es feroz. El lastre de los impuestos, que en otro tiempo diezmaba los beneficios, ha sido aligerado de forma que las iniciativas prosperan con mayor facilidad. Las prestaciones por desempleo son casi inexistentes, por lo que la disposición de la población activa al trabajo es buena. La de don Parado lo es también. La verdad es que está desesperado por encontrar un trabajo, cualquier trabajo. El colegio de las niñas ya le ha mandado dos cartas de aviso. Exacto, tiene que pagar por la educación de sus hijas. El sistema educativo público y gratuito ha sido eliminado por su ineficiencia. Ahora los centros compiten entre sí, de forma que el servicio mejora (por lo general y en teoría, que son ustedes de un exigente...). Lo mismo pasa con la quimioterapia de su mujer, que si no se paga la póliza del seguro puntualmente, éste no puede hacerse cargo, se deben a sus socios. Curiosamente, al individuo en cuestión, hay gente para todo, que la economía de su país sea la más productiva del mundo no le resulta de ningún consuelo. Es más, se lo crean ustedes o no, el hecho de que los accionistas del grupo que le despidió, perdón, hizo redundante, hayan recibido este año el dividendo más jugoso de la última década le trae absolutamente sin cuidado. Él, en su infinito egoísmo, sólo ve sus propios problemas.

Podríamos seguir añadiéndole preocupaciones a nuestro héroe. Podríamos dejarnos llevar por la euforia tecleante y escribirle una hipoteca, que un banco se viese tristemente obligado a pedirle que abandonase la propiedad (su casa para los que hablamos castellano) por impago de los cincuenta mil euros de deuda que todavía tuviese – buen precio para una vivienda en los tiempos que corren –. No vamos a hacerlo. Vamos a darle un respiro y le vamos a dejar en un país con estado del bienestar, uno de esos países que no se comen una rosca en las cuentas de los tiburones y en los que se come todos los días, mientras nosotros fastidiamos un poquitín más a nuestros papás en dineros.

Imaginen ahora ustedes, no les será difícil, un hombre adinerado, con tres coches de lujo, que viste de Marrani del bueno y se mete la droga más cara que esté de moda. Su mujer tiene que comer de la basura y a sus hijos ni les conoce. Tápense los ojos los de estómago delicado, porque este desgraciado tiene como fuente importante de ingresos el proxenetismo, el cual ejerce sobre familiares suyos también, por qué no. Dejo al albedrío de l@s lectores/as el establecimiento de las figuras retóricas que comparen al desecho humano presentado con un estado que, siendo técnicamente próspero, muchas veces gracias o incluso a costa de los más desfavorecidos de sus ciudadanos, desatiende a aquellos que se encuentran en necesidad. El compartir dichas figuras o cualquier otra reflexión en este humilde rincón de la red es ya elección suya, siempre con el agradecimiento de quien les escribe.

Muchas gracias.

No comments: