08/05/2010

¿Ésto es tuyo?

Permítanme la siguiente pregunta: ¿es ésto suyo?

Si la respuesta es sí, perdónenme la siguiente idiotez: ¿por qué?

Ésto puede ser cualquier ente susceptible de tener un propietario. Ustedes podrán proporcionarme, presumiblemente, una variedad indeterminada de documentos o testimonios de diversa valided legal para demostrar - pongamos por caso que son ustedes personas extremadamente condescendientes para con mis caprichos y deciden molestarse en demostrarme lo que yo quiera - que ésto es suyo. A pesar de ello, ésto no es de su propiedad de ustedes porque son capaces de demostrarlo por medio de documentos o testimonios, sino por otras razones que ustedes muy amablemente han dado en respuesta a mi estúpida pregunta. No veo por qué alguien podría estar en desacuerdo con lo dicho hasta aquí.

Les invito a ustedes ahora a sacarse la cartera y rebuscar a ver si encuentran algún billete dentro. Si es así, quizás puedan comprobar que lo que voy a decir es cierto, ya que yo tengo aquí delante un billete de diez libras esterlinas que dice, por el lado de la reina de Inglaterra: "Bank of England. I promise to pay the bearer on demand the sum of TEN Pounds. Andrew Bailey. Chief Cashier." Lo anterior viene a traducirse más o menos como: "Banco de Inglaterra. Prometo pagar al portador, a su solicitud, la suma de DIEZ Libras. Andrew Bailey (firma). Cajero Mayor."

Mi billete es timbre legal, por lo que se puede considerar como documento suficiente para demostrar que el Banco de Inglaterra me proporcionará, cuando yo lo pida, diez libras esterlinas, puesto que soy el portador del mismo. Por lo tanto, soy capaz de demostrar que diez libras esterlinas me pertenecen, siempre y cuando el Banco de Inglaterra esté en condiciones de proporcionármelas. Sin embargo, hemos coincidido ustedes y yo más arriba en que este hecho no responde a la pregunta de por qué diez libras esterlinas me pertenecen. Es consecuencia inevitable de lo anterior que el hecho de haber comprado un libro a cambio de mi billete de diez libras no será la razón de que ese libro sea mío, así que borren de sus respuestas a mi idiotez inicial todas aquellas que fueran en el sentido de que ésto es suyo porque ustedes lo han comprado con su dinero, y no me digan que lo compraron con tarjeta que aquí las chorradas las digo sólo yo. Las respuestas que impliquen herencias quedan igualmente invalidadas, así como los regalos de todo tipo. Borren las apuestas, los robos, por supuesto los pagos.

No va a quedar nada de lo que ustedes respondieron, excepto si ésto fue que lo hicieron ustedes mism@s, o que lo hizo otra persona y, mediante diversos cambios de manos llegó a las suyas. Y ése es el postulado de este escrito: todas sus pertenencias son suyas de ustedes porque ustedes las hicieron o porque otras personas las hicieron y cambiaron de propietari@ hasta ser suyas de ustedes, admitiéndose en éste planteamiento las propiedades y autorías compartidas, e incluso divinas (la tierra no tiene autor humano en su forma virgen, así que atribuiremos su autoría a la divinidad correspondiente).

El primer argumento de propiedad, la autoría, es suficientemente objetivo, en el sentido de absoluto. Se mire por donde se mire, una vez establecida la autoría de un ente, sus propietari@s quedan perfectamente definid@s. Sin embargo, el segundo argumento de propiedad, la transmisión, es enteramente dependiente del sistema que regula el cambio de manos: la ley foral de sucesiones, la expropiación por parte del ministerio de fomento, el contrato de la hipoteca y el Banco Central Europeo, las reglas del mus, el juez que dice que ha sido bajo chapa, el pillaje, los contratos de compra-venta, el criterio de la compañía real de las Indias orientales, el robo de carteras en el autobús, trabajo asalariado, o lo que sea. En este sentido, de todo aquello que ustedes consideren suyo, es absolutamente suyo lo que ustedes han hecho, y relativamente suyo lo que no. De la misma manera, aquello que ustedes han hecho es absolutamente suyo, aunque no lo consideren así ni ustedes mism@s.

Entonces, si una parte de la propiedad es objetivamente definible y la otra depende del cristal por el que se mire, la pregunta es evidente: ¿qué cristal quieren ustedes ponerle a sus gafas? Elijan bien o verán la realidad distorsionada.

28/12/2009

Me dicen que algo ha pasado

Parece ser que estamos tod@s en la ruina, por lo que se me dice. Y digo yo que un@s más que otr@s. Yo personalmente no noto mucha hambre, todo hay que decirlo, aunque sé de gente que tiene problemas para encontrar un trabajo de mileurista, que le llamábamos en su día. Otr@s también conozco que están de enhorabuena con eso de que les bajan las cuotas de la hipoteca, o que se quedan a vivir con sus queridos papás unos años más porque no ha habido manera de sacarle a la caja de ahorros ni para el piso de protección oficial que les había tocado; que los hay con suerte graciosa también.

A mí me parece que tampoco se puede hablar de tragedia, así en general, pero supongo que l@s habrá que disientan y/o se caguen en mis muelas porque, si me hubiese tocado la paja más corta como a ell@s, seguro que algo, algo, sí que me jodería. Pero bueno, el cataclismo que se nos vende en los periódicos tampoco será. Además, el índice de eyaculaciones mentales por minuto en las tabernas del mundo ha debido de ascender a cotas inéditas, en relación directa con las oportunidades para utilizar frases del estilo de ‘ya lo venía diciendo yo’, ‘se veía venir’, ‘era imposible que no pasara’ y otras fórmulas intelecto-mastubativas/torias/ntes/doras/dores; lo cual creo yo que bien vale unos miles de puntos del IBEX35 y hasta del EUROSTOXX si me apuran.

En cualquier caso, la culpa se la han echado un@s a otr@s en repetidas ocasiones y de diversas maneras, hasta llegar a un acuerdo mayoritario de momento. La culpa es de l@s banquer@s y sus sucedáneos, que se han olvidado de preguntar a quién le prestaban los duros, las llaves de su casa (la de ustedes, no la de ell@s, que eso está por ver), la ficha médica de su señor/a y el número de teléfono de su primogénit@ (ídem paréntesis anterior). Lo que es seguro es que todo indica a que tiene cojones la cosa, los que queden después del descojono que ha sido el tema – no se pierdan el nombre del fondo de inversión, o como le hayan llamado al engañabob@s-con-mogollón-de-pasta, de Mr. Botita, ‘Optimal Strategic Fund’, que el tío le pasaba sin más a un ‘hedge fund’ (me lo busquen ustedes este palabro en la wikipedia solit@s, que yo me estreso poniendo linkes) de los Estados Undostres de América y lo que se tercie -.

Lo buenos que son los bancos me lo explicó una vez un tal Paxi, con el cuento del orfebre. Se ve que los orfebres sabían en su día guardar el oro mejor que l@s demás, se entiende que por la práctica más que por otra cosa, así que algun@s de l@s que tenían más del que les hacía falta llevar encima empezaron a pedirles que se lo guardaran. Por aquel entonces no debía de estar muy bien visto eso de los intereses, a los que se consideraba en cualquier porcentaje usura, pero habría de todo en la viña del señor (que también me dicen que hay un señor suelto por ahí que tiene una viña grande o algo así). El tema es que más pronto que tarde se le debió de ocurrir a algún orfebrillo prestarle el oro de l@s demás a otr@s demás, l@s cuales pagaban a tercer@s demás que le daban el oro al orfebre otra vez, para que se lo guardase, con lo cual la historia comenzaba de nuevo. Así, de cada onza de oro se hacían varias transacciones comerciales, por lo que en el mercado se regocijaban y no había que preocuparse demasiado porque el oro fuese algo más bien escaso. Total, que el orfebre se convirtió en banquero y se dedicó, en lugar de orfebrear como hasta entonces, a prestar y tomar prestado y apuntar en papelitos en consecuencia, un negocio en el cual tradicionalmente y como parece lógico por la yuxtaposición, se han amasado grandes fortunas.

El arte de la contabilidad y las finanzas ha evolucionado mucho desde que se le cayó el pelo al señor del cuento, pero esto es ‘economía para tont@s’ (y aunque no lo diga en ningún sitio, también de tonto) y entenderlo todo bien nos podría llevar hasta el día del juicio final (que es eso de cuando el actor que hacía de pianista judío se volverá a dejar la barba y se pondrá en plan los que no tengáis sífilis por algo será), así que les pido a ustedes que se conformen con lo dicho o nos ilustren por medio de los comentarios más abajo disponibles a l@s habilidos@s internautas. Mientras tanto yo voy a seguir haciendo el ridículo con mi historieta basada en un montón de gente prestándose dinero y apuntándolo en papelitos.

Según lo veo yo, un banco es como una panadería en la que, sin entrar al misterio del huevo y la gallina, se toman harina y agua y cosas de hacer pan y se hace y distribuye pan entre aquell@s a l@s que les hace falta el pan por lo que sea, a cambio de lo cual se recibe dinero que se utiliza para sostener la panadería, hacerse con más harina y agua y cosas de hacer pan y supongo que ya entienden ustedes el ciclo al que me refiero. Evidentemente, el sustento de l@s panader@s entra dentro de los gastos de la panadería, al igual que el sustento de l@s banquer@s entra dentro de los gastos del banco, que por lo demás se dedica a tomar dinero prestado y a prestar dinero. Aquí algún/una puritan@ se me echará al cuello y me dirá “¡no! En tu idea de banco hay una diferencia fundamental con respecto a tu idea de panadería. No son lo mismo, porque en tu panadería se les añade valor a la harina, el agua y demás productos, al transformarlos en pan que será comido con gran placer, mientras que en tu banco al dinero no se le añade valor alguno (espero que ya gente que vaya a tocar las narices con respecto a esto último no haya leyendo, que es@s deberían estar con algo para list@s y esto se les queda pequeño)” Ahí quería llegar yo.

En mi banco sí que se le añade valor al dinero (que no se suicide nadie que no me refiero a que paga intereses por los depósitos). Un fajo de billetes de curso legal debajo de una almohada es transformado por mi banco en un depósito menos vulnerable que el fajo original a la inflación (los intereses van aquí), l@s familiares con problemas de drogas, los desastres hogareños, l@s perr@s con tendencias mordisqueantes, los cacos (el femenino de este sustantivo lo dejo al albedrío de l@s lector@s) y demás posibles amenazas con diversos grados de obviedad. Es más, mi banco proporciona crédito a aquell@s a l@s que les hace falta por lo que sea, a cambio de lo cual recibe dinero que utiliza para sostener su actividad, en la que se incluye por supuesto el sustento de l@s banquer@s. Habrá por supuesto quien sea partidari@ de guardar su dinero sin pasar por el banco y de pedir prestado a sus parientes y conocid@s. Esto es tremendamente respetable, igual que hacer pan en casa en vez de comprarlo en la panadería, lo cual no quita nada del argumento arriba expuesto.

Además, al igual que la sociedad es capaz (no siempre) de beneficiarse del hecho de que l@s panader@s les hagan el pan a l@s demás, mientras ést@s se pueden dedicar a otras cosas de provecho (y aquí podrían discutir entre ustedes cuánt@s de ídem hacen semejante cosa), es también muy útil que l@s banquer@s les presten dinero a quienes lo necesitan para, por ejemplo y dándole una vuelta de tuerca más al problema ovo-gallináceo de antes, abrir una panadería.

Por lo tanto, la labor del(a) banquer@ es exactamente la del orfebre del cuento de Paxi, solo que él/ella no hace además joyas para que la gente vaya por ahí tirándose el pisto: por una parte, custodiar el dinero mejor que el mullido colchón y, por otra, multiplicar los panes y los peces. Es una labor ardua, por la aparente contradicción entre guardar duros y repartirlos, pero montañas de años de exitosa actividad bancaria sugieren que es relativamente esperable tener pocos sobresaltos en este juego. Y sin embargo, ¡o sorpresa!, no solo se ha descuidado la caja (que no les engañen los números en sus libretas, que se sostienen, de momento, gracias a sus aportaciones de ustedes y las mías, pasadas, presentes y futuras, a las arcas del estado) y se ha prestado sin ton ni son, sino que después se ha pasado a no prestar nada de nada, porque nada había, descuidando a los hambrientos comensales. Y cabe preguntarse: ¿por qué, con todo lo que han estudiado est@s señor@s, han estado dilapidando nuestros ahorros y repartiéndolos a diestra y siniestra para que nos comprásemos pisos que no nos hacían falta, teléfonos móviles con ziritione que no sabíamos usar, vacaciones en las antípodas que resultaron mucho peores que la tradicional chuletada en el pantano del pueblo, coches que no nos cabían en el garaje y tenían la autonomía justa para ir de gasolinera en gasolinera por la autopista, televisores gigantes con olor-visión y cualquier otra chorrada que se nos ocurriera?

Si lo preguntan por ahí les dirán l@s de siempre, que todo lo saben, que no lo saben. Bueno, dirán que no se sabe, o que no puede saberse, o que la culpa es nuestra por coger prestado tanto dinero cuando somos unos miserables currelas sin futuro que perdieron el tiempo estudiando cosas inservibles en vez de convertirnos en trabajadores/as cualificad@s, que hacen falta no sé cuántos millones en los próximos diez años, a ser posible sin seguridad social (la famosa y malvada SS), dispuest@s a ser despedidos y recontratados con veinte minutos de preaviso (que flexiseguridad me suena raro, que soy muy de pueblo), siempre agradecid@s y con cuidado de no hacerles daño con los dientes en el glande o labio mayor, que lo tienen delicado. Otr@s, malpensad@s ell@s, les hablarán mal de los primeros, y dirán que es cosa suya, que todo es un plan para que acabemos sin SS, flexiasegurad@s y sexualmente explotad@s, tras ser debilitad@s en nuestros ahorros y en nuestras instituciones. Y tendrán razón.

Tendrán razón. Tenemos grandes y despiadad@s enemig@s en es@s señor@s a l@s que l@s antigu@s (qué curiosa es la prostitución de la lengua – que no con la lengua – que nos hace llamar antiguo a lo que no nos gusta y clásico a lo antiguo) llamaban capitalistas. Cegad@s como están por la avaricia, actúan con el único objetivo de hacer dinero del dinero, de hacer rentar al capital, sin darse cuenta de que el robo, el asesinato, la opresión y el engaño son algo más que medios eficientísimos de hacerse con rentas. Ahora bien, ¿quiénes son est@s misterios@s capitalistas? ¿Son acaso seres extraterrestres, ajenos a la naturaleza humana, venidos a cosechar nuestro esfuerzo y sembrar la miseria entre nosotr@s, para luego, tras destruir nuestro planeta, avanzar hacia el siguiente como una plaga de langostas comedoras de ratas con tentáculos? ¿O son hij@s de Dios, hech@s a su imagen y semejanza, solo que por sus venas corre sangre más limpia que por las nuestras, en algunos casos incluso azul, de manera que les ha sido concedida una posición de privilegio y la sabiduría necesaria para satisfacer al Padre castigando con duros trabajos nuestros pecados, originales o adquiridos? Permítanme que me ría cruelmente de la estupidez de tod@s aquell@s desgraciad@s que no se dan cuenta de que capitalistas y víctimas somos (pónganme a mí y pónganse ustedes en el grupo que mejor nos haga) iguales en todo, únicamente separad@s por elementos puramente circunstanciales y, si me permiten, por nuestras acciones. ¡Somos nosotr@s! ¡Capitalista no se es, capitalista se hace!

Entonces, ¿qué extraño insecto malnacido ha picado a est@s señores/as banquer@s para que hayan obrado de forma tan irresponsable y desastrosa, si es que no tenían interés en provocar acontecimientos de ninguna relevancia socioeconómica, más allá de comprarse un chalet o enviar a sus hij@s a Harvard? A mí me parece evidente que el problema es que se les ha olvidado que tenían que hacer pan. Se han dedicado a pensar cómo vender la mitad por el doble, en lugar de ocuparse de amasar (la harina y el agua, no el dinero, que eso sí que han amasado much@s), cocer, barrer la panadería de vez en cuando, pagar el alquiler del local, dar conversación a l@s señores/as mayores (que para eso también tenemos a l@s panader@s) y, en general, hacer su trabajo. Sin ningún lugar a dudas, en cualquier actividad económica, la planificación y organización del negocio para tratar de asegurar su viabilidad a corto y largo plazo, incluido el sustento y el ahorro de l@s artífices, es imprescindible. Sin embargo, el desarrollo de una actividad económica debe siempre tener el objetivo de realizar una actividad económica (lo cual no parece ser tan obvio como queda claro al decirlo así), ya sea hacer pan y venderlo, poner comidas en un bar y cobrarlas, guardarle los cuartos a mi abuela y darme a mí una hipoteca para que emancipe a mis padres, enseñar educación física en un instituto público y cobrar un sueldo, dar asistencia técnica a los clientes de una compañía telefónica y cobrar medio sueldo o tocar el saxofón en el metro de Barcelona y poner la gorra. Ni siquiera l@s más devot@s de Adam Smith pueden argumentar que ‘the wealth of nations’ se crea robando carteras, pero robar carteras es lo que hacen tant@s y tant@s héroes/inas de nuestros días (y de todos los demás, diría yo). Robar carteras, porque sacan su sustento (y su masa de amasar en muchos casos) de la nada o, peor aún, de entorpecer, cuando no verbos peores, las actividades y prosperidad de l@s demás, prosperidad siempre creada originalmente mediante actividades muy diferentes del hurto.

Por lo tanto, ocúpese cada un@ de nosotr@s de su respectiva actividad, cuidados@ de que sea viable a corto y largo plazo y asegure el sustento y el ahorro de sus artífices, para que ésta sea llevada a cabo exitosamente, porque solo así será posible la prosperidad general y automática augurada por el padre de la economía política, emergente de la prosperidad de las actividades individuales. Olvidémonos de forrarnos, y de dar pelotazos, y actuemos de palabra y de obra contra l@s que tengan demasiada memoria.

04/05/2008

Gusa se ha puesto la nariz de Ingrid Bergman.

Una tal Josette Sheeran de las Naciones Undidas nos ha dado la exclusiva, la famosa villana de origen orienteuropeo (como casi todos los males de nuestra sociedad) Gusa Inanic ha acudido a una prestigiosa clínica, de esas en las que también se hacen cazadoras, a que le hicieran una cara nueva. Allí, aunque todo el personal iba por ahí diciendo que a ésta la cara nueva había que hacérsela como en mi pueblo, con una vara de roble y las botas de seguridad, tod@s la han tratado muy bien, ya que es muy difícil encontrar un trabajo con un convenio tan jugoso y la clienta es la madre del jefe, un tío muy importante que vive en las pantallas de colorines de todos los acuarios de etiqueta obligatoria de las capitales así importantes.

Dice la tal Josette que la cara que le han hecho a la cabrona ésta es nueva, que hay comida en los supermercados pero que la gente no la puede comprar. Y a mí esto que me suena de algo. Para mí que la nariz se la han puesto como la de la actriz de arriba, o incluso alguna más vieja.

Esto de que el crecimiento económico sea bueno para que un@s se dediquen a pasar las vacaciones en la ionosfera con la virgen del barbudo de los discos, a desplazarse en helicóptero a la oficina (lo cual es muy bueno para el tráfico de Londres, que está saturado hasta de bicicletas, pero no de helicópteros de momento), a ir de putos/as en vehículos militares que beben más y más caro que Winston Churchill y cambiarle todos los días el agua a la piscina de agua caliente que se han hecho a tiro de japo del mar Mediterráneo (aunque ell@s pasen la mayor parte del año en una ciudad de ésas que están contaminadas porque l@s peones de obra llevan a sus hij@s al colegio en coche), mientras que es tirando a malo para que l@s que no usan corbata/blusa de seda más que en las bodas y los entierros, o no lo hacen en absoluto, coman todos los días o, por lo menos, uno de cada tres, no diría yo que es algo muy original, por mucho que la amiga de la OhNUUUU diga que sí. Será que a ella de pequeña no le gustaba ir al cine.

De todas maneras, no vamos a discutir sobre si hemos visto una u otra película, que eso lo dejamos para los foros dedicados al tema, y vamos a lo que me da a mí la gana: la verdad es que no sé cómo decir esto sin repetirme, pero ¿qué nos pasa que no miramos con quién hacemos los negocios? De repente, oh, el gran problema, como queremos tirar la comida a la basura, ya sea directamente o convirtiéndola en gasolina para desperdiciarla después, y somos más y más ricos que nunca, el precio sube. Es lógico, porque lo dice mi amigo... ¿Keynes? Por ejemplo. Y para dar de comer a l@s que no les llega tenemos que tirar de limosnas, como si no se levantasen por las mañanas (y no sólo por las mañanas) para currar igual que el barbitas, que le llama mi amiga.

Recapitulemos.

Yo hago coches. He montado una fábrica en la India, porque no los hago yo personalmente, donde la gente trabaja por menos dinero. No es que allí sean tont@s, sino que tampoco les hace falta más. Los coches los vendo a l@s que tienen más, que son coches bien majos. También vendo la gasolina, que es buen negocio. Ésa la hago en Sudamérica (bueno, me la hacen los sudamericanos) de su petróleo, porque para algo me gasto lo que me gasto en polític@s y militares.

Como soy un tío con vista, y no quiero estar a merced de lo bien que vaya el pillaje (y, de todas maneras, parece que la madre Tierra se está secando), me he metido en el negocio de los biocombustibles, para lo que he comprado todo el cereal que he podido. Me ha salido caro, pero para ganar hay que gastar. Resultado: prima de 10 millones de los nuevos euros por aumentar los beneficios de Hidep S.A., libres de impuestos, gracias a mi amigo Bleeeeeeeeer. Mi mujer ya lo ha celebrado regalándole un rólex y un alargamiento de pene a cada uno de sus amantes. La otra mitad me la gastaré cocaína y chaperos, así que ha merecido la pena. Nota: el resto de la junta directiva es igual de perteneciente a Hidep S.A., aunque lo practiquen sin drogas mal reputadas ni reputas, y se dediquen a darle todo lo mejor a su prole (por todo lo mejor nos referimos a todo lo más caro) y sus deseos de año nuevo sean la paz mundial y el fin del hambre en el mundo.

Total, los muertos de hambre, que andaban vaguetes últimamente, se van a tener que poner las pilas y limpiar retretes, pocilgas o sables, o lo que coño sepan hacer esos parásitos sociales, más duro y con menos reparos, porque sus hij@s quieren pan (no tienen gusto por el caviar, las criaturas) y el pan se hace con lo mismo que compro yo para mi destilería de BesP. Ya me lo enseñaron en la Business School for the Sons and Daughters of their Fathers and Mothers, esto de la competencia y de las ganas de currar se va a notar mazo en las cuentas de marzo!

Y señor@s, tengan caridad, que hay negrit@s con hambre!

23/02/2008

Las herramientas de la revolución.

Estaba el otro día planeando cómo arreglar el mundo con un amigo mío en un bar, local éste en concreto del que no ha salido todavía ninguna joya de la filosofía ni de la literatura que se sepa, pero que es al fin y al cabo un bar. Estábamos en ello por sustituir de alguna manera al vicio, más que por otra cosa, ya que íbamos a colacaos y sin personas que despertasen nuestros instintos, amén de habernos dejado el tabaco en casa. Nuestro objetivo era por supuesto, y por favor interpreten ustedes lo siguiente sin darle demasiado dramatismo, ya que se habrán dado cuenta de que utilizo normalmente los términos más específicos un poco a mi manera, desmantelar el capitalismo feroz que rige en muchas de nuestras actividades y sustituirlo por algo más, digamos, comunista.

Tuve un profesor de economía una vez, economía como asignatura de una carrera técnica, tampoco se crean que era aquello la segunda internacional, que empezó diciendo algo así como que íbamos a estudiar el modelo económico capitalista, que era el único útil ya que el comunista había demostrado ser una caca al hundirse la Unión Soviética. No me hizo el tema ni puñetera gracia, más que nada porque tengo un pronto muy malo yo, y seguramente por eso no me enteré del resto de sus enseñanzas demasiado bien, como suele deducirse de la ignorancia que demuestro con mucho de lo que escribo.

Por otra parte, supongo que por esa moralitis que nos acecha a todos hoy en día, he oído criticar al comunismo y sus satélites en términos de represión, autoritarismo, dictadura, campos de concentración en Siberia, alcoholismo, juerguismo y mujerieguismo del camarada Khrushchev y otras cosas que, si les digo la verdad, parecen estar relacionadas con las teorías comunistas igual que el color rojo, de una manera completamente circunstancial. A este respecto, tengo que decir que para hacerles justicia a l@s teóric@s del capitalismo, que seguro que no les hace falta a ustedes que les diga quiénes son, de lo cual me alegro muchísimo porque no tengo ni idea, hay que reconocer que ell@s no tienen la culpa de lo del Prestige, la guerra de Irak, el cáncer de pulmón o la bomba de Hiroshima. Más bien digamos que se les ha utilizado como excusa para cometer fechorías varias que no tenían mucho que ver con sus honrados esfuerzos matemáticos.

En fin, que en medio de semejante marabunta de verdulerías que, por más entretenida que resulte a l@s tiffossi de las palabras terminadas en –ismo, -ista, -ante, -idad, -ción y demás, no pasa de ser un sustituto de la liga de fútbol, los “supermartes” o los torneos de tute del Josemi, en el sentido de que no son más que una forma de matar el tiempo que por lo demás no llevan a ninguna parte, es normal que el desánimo haga presa en notr@s de vez en cuando y nos dediquemos a actividades que nos parecen más adecuadas al puro distraimiento, como pueden ser jugar al ajedrez o hacer concursos de pedos (actividades para nada comparables en las habilidades requeridas para realizarlas, pero igual de inútiles desde el punto de vista práctico).

Sin embargo, el otro día tenía yo uno de esos ídem en los que me creo que lo sé todo y además tengo un plan para acabar con los problemas de la humanidad (es que estas palabras lo invaden todo). La razón de este optimismo (creo que he estado tirando piedras a mi propio tejado en el párrafo anterior...) era que había estado leyendo algo de un reciente premio Nobel de economía que parece ser que se llama Yunus. Seguramente much@s de ustedes saben hasta cada cuánto tiempo se corta este señor las uñas de los pies, pero permítanme que les exponga brevemente lo que entiendo yo que nos ofrece.

Parece ser que este banquero se ha erigido en una de las figuras más importantes de la economía mundial por medio de los microcréditos, un concepto absolutamente fascinante según mi opinión. Para una exposición rigurosa ruego se dirijan ustedes a http://www.grameen-info.org/ , aunque necesitarán saber un poco de inglés y me van a perdonar que les deje buscar las entradas de Wikipedia en castellano a ustedes mism@s, pero esto consiste básicamente en prestar pequeñas sumas de dinero a personas que no pueden realizar sus actividades económicas como les gustaría porque son extremadamente pobres, no pudiendo así hacer ninguna inversión inicial por ínfima que ésta sea – léase una pastora sin ovejas, un agricultor sin semillas o un payaso sin nariz roja -. Estas sumas son normalmente fácilmente devueltas pero acceder a ellas es imposible para estas personas por ese extraño mecanismo que hace a los bancos y cajas no prestarle dinero más que a l@s que no lo necesitan. Podríamos quizás hacer la excepción del tema de las hipotecas “sub-prime” que está tan de moda últimamente, que ha resultado ser una manera de robar también a l@s pobres sin aval, pero l@s clientes de los microcréditos son todavía más pobres, tanto que ni siquiera l@s banquer@s quieren robarles.

El problema es que si yo abro una oficina en el barrio Paria de Calcuta o en la zona más “bien” de La Moraleja y le presto cinco, diez, cincuenta euros sin aval a cualquiera que venga a pedírmelos la llevo clara. En Calcuta porque a ver cómo le sigo yo el rastro luego a Rashid para que me devuelva el dinero, que un préstamo es un préstamo, en vez de gastárselo en comer unos meses y luego volver diciendo que se llama Hamed, que aquí nos conocemos todos, y en La Moraleja porque a ver si se han creído ustedes que la gente vive allí por honrada o por tener mal pulso para hacer lo que se suele decir.

Total, que se han montado un sistema mezcla de comuna anarquista y comunismo individualista (es que estoy leyendo “La guerra civil española” de Hugh Thomas, que les recomiendo a ustedes) en el que se va la gente avalando mutuamente. Es una especie de asamblea de mujeres (es que los hombres deben de ser poco fiables por la India y por ahí) que decide si se avala a sus miembros y toma otras decisiones varias, que según se dice ha funcionado muy bien. Bueno, y está funcionando.

El tema es apasionante desde los puntos de vista social, económico, político y hasta literario, pero voy a intentar centrarme en lo de hoy. Este tal Yunus no se ha quedado ahí y ha teorizado de una forma de lo más interesante. Él nos propone lo siguiente: desde el punto de vista financiero, es mucho mejor venderle las letras de un coche a un ingeniero japonés que prestarle dos mil rupias a un cabrero somalí a un interés de risa o incluso sin interés, pero lo segundo es económicamente viable como le ha quedado demostrado por su experiencia. El BBV va a ir, como es lógico, a lo que más rendimiento le da, porque su objetivo es la rentabilidad y la ley le obliga a velar por los intereses de sus accionistas. Yunus propone la brillantez de cambiar los intereses de los accionistas. Yunus no descalifica el sistema capitalista, sino que ataca su base misma, su motivación, su modelo de comportamiento. Él no quiere regular el mercado, él quiere asaltarlo con un ejército de empresas privadas cuyos accionistas no están motivados por los altos rendimientos, sino por la actividad misma de sus organizaciones. Empresas tan agresivas, dinámicas y solventes como todas las demás, pero con un objetivo, con una razón de ser. Imagínense ustedes a Emilio Botín con un objetivo en la vida.

Desde el punto de vista político, la idea que he intentado presentarles por si no la conocían ya, tiene unas implicaciones tremendas. La revolución podría no ser algo tan lejano y tal vez temido, necesariamente traumático. La revolución podría estar ya en nuestras manos. Podría ser que no sólo pudiésemos tomar parte en el poder mediante la elección de malabaristas, domadores, fieras y payasos para el circo parlamentario, sino que pudiéramos cambiar el mundo simplemente con nuestra actividad diaria. Tenemos un sistema capitalista bien organizado, asentado y conocido. Un sistema cuyo poder hemos comprobado y que es perverso por una sola razón: la motivación de sus agentes, todos los hombres y mujeres del mundo. Con solamente definir nuestros objetivos de una manera más elaborada que unas curvas de oferta y de demanda, con saber lo que queremos y perseguirlo a la hora de hacer negocios, de elegir productos, de cambiar de trabajo, de elegir banco, de comprar acciones, podemos hacer el sistema funcionar. ¿Qué más da que no podamos controlar quién vende qué a quién y por cuánto si los agentes del mercado se guían por algo diferente a la avaricia?

En resumen, que tal vez la forma de acercarnos a nuestros ideales no pase por abolir el sistema capitalista, sino que él mismo nos dé todas las herramientas que necesitamos para construir el mundo que queremos.

Muchas gracias.

18/11/2007

De cómo los perros deben dormir en el suelo.

Ya nos lo enseñó en su día el Capitán Blackadder. A un rey se le saluda en posición de firmes en cuanto se menciona su nombre. Y tod@s l@s niñ@s buen@s de nuestra gran nación, ¡que se dice Eppaña!, debían de estar viendo la BBC en vez de Barrio Sésamo aquél día, porque acudieron obedientes a la cita del ‘por qué no te callas’ con estupenda demostración de patriotismo (obsérvese lo irónico del reciclado de esta palabra, que nació en la época de la Revolución Francesa y la Guerra de Independencia en las colonias inglesas del norte de América, para en dos siglos convertirse en una gilipollez ante la que nos hacen cuadrar l@s poderos@s).

La verdad es que no podría estar más de acuerdo con mis palmer@s conciudadan@s en que al jefe del estado y al exelecto no nos los menta ni dios, de la misma manera en que exigimos al médico que se dirija con respeto a nuestras almorranas y se refiera a ‘ve las estrellas cuando giña’ como ‘siente dolor al hacer de vientre’, y menos aún un sucio dictador muerto de hambre que no se ha jodido porque tiene un poco de eso negro. Bien lo dice Vargas Llosa, que las cumbres iberoamericanas no son para eso, que son para que hablen las personas respetables, las que defienden la libertad (de mercado, ¿o es que existe otra?) y mastican con la boca cerrada. ¿Por qué tenemos que soportar a unos tiranos que nos quieren robar los despojos que con tanto esfuerzo hemos arrancado de las manos de un@s put@s sudacas que no sabrían cómo usar un plato de habas ni aunque les dejáramos quedárselas después de recogerlas? Pero ya hemos tomado medidas y le hemos enseñado al Zapatitos lo que tiene que decir, que nacionalizar no garantiza nada, no como dejarnos seguir haciendo, que garantiza números bonitos en las cámaras de comercio. Y al final eso es lo que tod@s queremos.

Ahora permítanme ustedes exponer mi opinión.

Según lo veo yo, los sectores más desfavorecidos de la población, fuertes debido a su número desorbitado en una Sudamérica con sufragio universal, han llevado al poder a grupos a los que conozco por los nombres de sus líderes Hugo Chávez, Evo Morales, Daniel Ortega etcétera, que se han ganado su confianza con promesas de socialismo, igualdad y antiimperialismo. Desconozco hasta qué punto dichos grupos tienen la intención o los medios para cumplir sus promesas. Lo que sí es evidente, es que los sectores menos desfavorecidos hasta ahora no van a quedarse de brazos cruzados, y que están de hecho luchando a capa y espada por mantener sus posiciones privilegiadas. Casualidades de la historia, son esta vez también los acosados caudillos los que tienen much@s interesad@s a millares en el panorama internacional, mientras que a l@s que no tienen un duro no les hace, como en la canción, caso nadie.

Como, por suerte o por desgracia, convencernos de la maldad de todos estos cabroncetes no es ya tan fácil como vendernos que les van a dejar a los rusos instalar pepinos atómicos por doquier, y el que tengan o no centros para convertir a los disidentes en comunistas mediante repetidas patadas en los huevos no nos parece tan grave desde que nos enteramos de que hay una parte de Cuba que no es Cuba y que secuestrar barbudos para mandarlos allí de vacaciones está bien, una campaña como mandan los cánones es necesaria. Cualquier cosa fea que se pueda decir de ellos se nos dice. Por ejemplo, que Evo (menudo nombre más feo, un poco de travelo pero al revés, habrán dicho algun@s sesud@s opinadores/as, en un momento de sequía argumental) se reúna con electo-dioses del primer mundo vestido como si fuera a recoger a su sobrina al colegio fue motivo de burla e incluso de teatrillos de ‘estamos ofendidos’. Ahora, como a Chávez se la suda que en su día no se sabe quién decidiera que sólo se podía llamar por su nombre a los fascistas que hayan perdido una guerra, se nos habla de respeto, maneras y un pequeño colage de gilipolleces disfrazadas con palabras derivadas del griego, mientras se nos presenta a un últimamente travesuelo producto de la endogamia borbónica como nuevo Capitán Trueno. Y nos regocijamos en la ironía de que sea una defensa de la democracia el que un jefe de estado aristocrático (aristocrático no el estado, sino el jefe) le falte al respeto a otro al que al menos alguien ha votado (única y exclusiva expresión para much@s, la de celebrar elecciones, de la defendida). No nos olvidemos que Hitler también ganó las elecciones. Tampoco nos olvidemos de que era un fascista que..., un segundo, que también está mal que Chávez diga que un fascista es menos humano que una serpiente... Entonces, ¿los fascistas son buenos o malos? ¿Y las elecciones? Bueno, qué más da, el caso es que el barril de petróleo está ya a 100 dólares, que he visto en el telediario que eso es mucho, y el dictador ése (en este caso dictador quiere decir malo, no como en el caso del padre político del Capitán Trueno, que dictaba sin faltas gramaticales) quiere quitarnos las refinerías que nos construyeron los Venezolanos a cambio de un bocata de calamares a la semana para regalarles la gasolina a los cubanos, que total mira para lo que vale si luego no nos dejan entrar a la heladería Coppelia (ya hablaré de esto), con lo malo que es eso para nuestros números.

En resumen, cada un@ que se busque una razón y tod@s a odiar a los que nos mande odiar el profe.

Muchas gracias.

05/09/2007

La propiedad privada.

Me voy a librar porque son ustedes pocos y mucho más condescendientes que yo, porque no se les ocurriría jamás tomar represalias, por muy blasfemo que sea lo que me dispongo a escribir, porque son ustedes, quizá de una opinión igualmente hereje. No es ninguna novedad. De hecho, es casi ya un anacronismo en todo el mundo, exceptuando a lo mejor a Cuba y... ¿se les ocurre algún otro lugar?

No, ése ya no. China reconoció hace relativamente poco la existencia de ese ente superior e indiscutible, la propiedad privada. No es ninguna noticia que el comunismo había muerto tiempo atrás por allí. Mis amigos chinos, a los que sí que distingo, déjense ustedes de chistes manoseados, no se cansaban de decirlo antes de aburrirse de mi irritante costumbre de hablar de política. China no es comunista. Lo decían como quien jura a la policía no haber estado en la escena del crimen el día del mismo. China no es comunista. Y alegres anunciaron la buena nueva. China reconoce la propiedad privada.

Cuál sería su sorpresa cuando torcí la cara. A Iker no le parece bien. ¿Por qué? ¿No era esto lo que nos echabais en cara a diario? ¿No demostramos con esto que no somos tan malos?

Pido a l@s lectores/as indulgencia en mi falta de ideas propias esta noche, porque la reflexión que viene a continuación no ha salido de mi tontería, sino que tuve el privilegio de recibirla de otra persona, algo menos tonta que yo y un poco más arrugada. Su planteamiento era directo: Si mañana estallara la guerra con Francia, l@s hij@s de la Patria tendríamos la obligación de darle nuestra vida. Sin embargo, si una parte de la Patria queda relegada a la indigencia, a nadie puede ocurrírsele alojarla en el vestuario de la piscina totalmente ilegalmente increíblemente y peligrosamente situada demasiado cerca de la playa que creo que hay por una de las islas. Eso es propiedad privada de un señor que lleva tirantes de colores. ¡Propiedad privada!

No tengo palabras para seguir.

Muchas gracias.

25/08/2007

El papel del Estado en la educación.

Espero que me perdonen ustedes el siguiente ejercicio de vanidad y pereza por el cual les expongo a continuación la carta al director que acabo de enviar a El País, con motivo de la polémica entorno a la asignatura de Educación para la ciudadanía, por su relación con el debate sobre el papel que un estado debe tener en la educación de sus ciudadan@s.

El gran debate.

Asisto perplejo desde que éste comenzó al indescifrable debate suscitado por esta nueva asignatura que se ha de impartir en los centros educativos de ésta nuestra gran nación. Los argumentos arrojados por los innumerables opinantes públicos han sido tantos, tan variados y, en muchos casos, tan grotescos que no he podido evitar perder el hilo en algunas ocasiones. De todas maneras, hay una línea argumental que me fascina. Es aquella por la que respetables señores como Sánchez Ferlosio (Educar e instruir, 29/07/2007) o Xavier Pericay (Educación, instrucción y ciudadanía, 14/08/2007) han dado lecciones magistrales de lo que el sistema educativo debe o no hacer y, sobre todo, ha hecho en el pasado y hace en el presente.

Vienen no sé si a instruirnos o educarnos estos intelectuales en las diferencias que existen entre instruir y educar o, mejor dicho, en las bondades de realizar cada una de dichas actividades en ciertos ámbitos y no en otros. Parece ser que su visión de la enseñanza es más bien expositiva que educativa, de forma que se han de presentar objetivamente los conocimiento a los alumnos para que éstos los cojan, en lugar de tratar de inculcarles ningún tipo de criterio, opinión o forma de pensar en particular. Es interesante, en este sentido, la oposición que hace Fernando Savater (Instruir educando, 23/08/2007) a dicho argumentario. El objeto de mi fascinación es, sin embargo, otro.

Me llama muchísimo la atención que se dejen sin respuesta algunas afirmaciones por lo menos polémicas, como si fuesen no sé si intrascendentes o irrefutables, como que la enseñanza ha sido tradicionalmente instructiva hasta hará unos veinte años, después de lo cual se ha vuelto educativa (en el sentido de llenarse de subjetividades y de tratar de llenarles el cerebro de ideas precocinadas a los alumnos). Es del todo fascinante este modo de cantarle las alabanzas a una forma de enseñar que incluía, según mis fuentes, cosas tan poco sospechosas de esconder objetividad alguna como cantar el ‘Cara al sol’ o explicar de forma críptica lo de la Santísima Trinidad, por poner dos ejemplos al azar, para criticar la inclusión en los programas educativos de materias más allá de fórmulas matemáticas y enumeraciones de acontecimientos históricos y reyes visigodos.

Me ha hecho particular gracia la mención del teorema de Pitágoras como ejemplo de aquello que es totalmente objetivo, para sugerir lo ridículo de cualquier cosa que se pueda hacer aparte de enunciar, y acaso demostrar, algo de esa naturaleza. La verdad es que no falta razón al decir que, aunque son muchas las horas que pueden invertirse en el análisis de tan conocido teorema, sus implicaciones, sus aplicaciones y sus motivaciones, pocas o ninguna de las anteriores sería de carácter metafísico. Está sin embargo, por suerte para todos, la sabiduría humana compuesta de muchas más disciplinas que las matemáticas, muchas de ellas bastante menos tratables formalmente por medio de demostraciones irrebatibles. ¿Cómo puede enseñarse nada sobre la Revolución Francesa, la filosofía de Platón o el Siglo de Oro sin inducir, aunque sea por boca o pluma de reputados autores, reflexiones de todo tipo, incluso morales? ¿No es imposible exponer fría e imparcialmente las razones del Terror de la Convención, las ideas de La República o la polémica entre Quevedo y Góngora?

Pero no digo nada nuevo, nada que Savater no se esfuerce por hacer comprender a todos una y otra vez. Lo que pasa es que no salgo de mi asombro al leer a quienes se empeñan en afirmar que un maestro o una profesora debe acudir a su puesto de trabajo y emitir toda clase de datos hacia sus alumnos para que éstos los recolecten con un cazamariposas, los interpreten gracias a su capacidad de análisis inherente desde su nacimiento, o quizás con las herramientas que sus necesariamente sapientísimos progenitores o catequistas les hayan transmitido, y saquen sus propias conclusiones. Es incomprensible que unos miembros de la sociedad cuando menos tan válidos como otros cualquiera tengan que reprimir sus ansias de educar a los jóvenes en unas ideas que fomentan en todo caso la convivencia y el pensamiento libre, mientras una organización que no conoce justicia, ley o patria se dedica a adoctrinar a niños y mayores dentro y fuera de los centros escolares, escudándose en unos valores cristianos que ella viola y pisotea día tras día. Sería absolutamente escandaloso tachar de proselitismo el inculcar valores sociales y personales a los estudiantes con argumentos como que la educación moral corresponde a la Iglesia, aún en el caso de que ésta realizase semejante función en caso alguno.

Creo a este respecto que, contra el conflicto de competencias que se nos quiere presentar, cabe decir que la educación de nuestros jóvenes corresponde a todas las personas. ¿Cómo se puede educar en el trabajo y el sacrificio a un adolescente, si no es mediante el trabajo y el sacrificio por parte de los que le rodean? ¿Cómo se puede pretender que nuestros pupilos adquieran espíritu crítico alguno si no se les presenta ningún espécimen humano con semejante cualidad? ¿Cómo se puede esperar que la gran mayoría de los estudiantes llegue a conclusiones tan poco evidentes como el valor de la generosidad o el respeto hacia los semejantes y los diferentes, si nadie expresa, explica y defiende dichas ideas a su alrededor? Cualquier esfuerzo de su familia, su imán particular (también llamado TV) o su profesorado está condenado a fracasar si no existe el ejemplo y la opinión sobre el mismo. ¡Y no me digan que semejantes cosas deben hacerse en la familia o la parroquia! ¡No me sorprendan con que el Estado, esa imperfecta organización que pertenece a todos los ciudadanos, no tiene también la obligación, como cada una de las personas, de transmitir sus valores a los jóvenes, con que debe inhibirse en favor de oscuros círculos de sangre o prácticas de culto a seres triples! ¿O es que el que el Estado sea aconfesional quiere decir que sólo legisla y ejecuta, sin basarse en principio ni criterio moral alguno? ¿Y si efectivamente el Estado se basa en unos valores, no le corresponde a él también transmitirlos? ¿Y si es así, cuál es el medio que debe utilizar para llegar a los menores, si no es la enseñanza que los ciudadanos le hemos encargado asegurar a todos?

Si me permiten la arrogancia de acabar con un párrafo de conclusiones, les diré que mi humilde opinión es que las voces que se alzan contra Educación para la Ciudadanía, igual que las que se alzan, por suerte lejos de nuestro país en números importantes, contra la enseñanza de las teorías evolutivas o las que se alzaron en su día contra las teorías heliocentristas, tachándolas de subjetivas o herejes, según la dialéctica de la época, lo hacen desde el miedo a la competencia. Me temo que no hay otra razón para su oposición a que aquellos que opinan de forma diferente lleguen a la juventud, que el pavor que tienen a que, al perder el monopolio de la educación, su doctrina no consiga calar tan hondo en las nuevas generaciones. Me parece que no les gusta arriesgarse a que los demás convenzan más.


Muchas gracias.